Mientras esperamos paciente o impacientemente a que «Oruc y la marca del elegido» salga a la venta quiero contaros algunas cosillas. Hoy voy a hablar sobre una novela que empecé antes de que Einar se colara en mi mente. Tenía en mente un tipo de novela muy parecido al de «Esto no es un cuento de hadas» pero en tono de comedia sobre un grupo de chicas que se embarcan en un viaje por Europa para ayudar a una de ellas a olvidar su pasado. Sin embargo, cuando se me ocurrió el personaje de Einar lo dejé y me puse de lleno a escribir la trilogía de Einar y Oruc.
La que iba a ser mi segunda novela tenía una estructura que iba precedida por poemas que expresaban la actitud de la protagonista en cada capítulo. Sí hace ya bastantes años escribía también poemas, aquí os dejo uno de los que formarán parte de esa tardía novela que algún día verá la luz.
Apareció de repente
sin rumbo, sin sentido.
En la oscuridad,
guiada por la Luna
que miraba su desatino,
caminaba por un bosque
oscuro, frío,
silencioso, maligno.
Las ramas arañaban
sus ropas sin piedad
y golpeaban, a veces,
su clara y dulce cara.
Se perdía cada vez más,
a cada paso más perdida.
El frío le hacía tiritar
y sus lágrimas se congelaban
para a sus pies expirar.
Una oleada de soledad
le hizo caer.
Cachitos de hielo,
caían a sus pies,
el mundo estaba perdido.
Un hombre llamado Miedo
le mostraba el camino.
Lágrimas muestran la senda
que escogía como sino.
Aún sigo en el bosque,
nunca encontré el camino.