Luis se despertó sobresaltado, jadeando sonoramente y sintiendo una gran angustia en el pecho. De nuevo aquella pesadilla había vuelto a asaltarle en sus sueños. Desde el accidente le había visitado noche tras noche, trastocando su descanso pues tras ella era incapaz de volver a dormirse. Vivía en un bucle infernal que lo oprimía tanto que empezaba a ser normal que cada día tuviese algún ataque de ansiedad.
Se levantó y respiró profundamente tal y cómo le había enseñado su psiquiatra. Estaba tirando el dinero, lo sabía, pero era la única forma de sentir que era él quien manejaba su vida y no sus miedos. Frustrado se dirigió al baño y decidió meterse bajo el agua esperando que este se llevase consigo aquella horrible sensación que le estrujaba el corazón.
Debería estar muerto, después de lo que le había pasado era un milagro que siguiese allí, tan extraño que hacía unas semanas una idea había estado forjándose en su cabeza, una idea descabellada, pero que cada día tomaba más fuerza en su mente. Estaba muerto. Era imposible haber sobrevivido a aquel disparo en la cabeza, imposible...