Hace ya algún tiempo os hablé de esta autora valenciana, allá cuando todavía Gema y yo estábamos con el programa de radio y hace menos para hablaros un poco de esta obra solidaria que hace unos día acabé de leer.
La verdad es que los testimonios que hay en este libro son escalofriantes y más al pensar que son hechos reales, que es la lucha de esta autora contra la sociedad para proteger a sus hijos y que no es un problema aislado sino que hoy en día es el quebradero de cabeza de más de una familia.
Lo cierto es que esta va a ser una reseña un tanto especial pues creo que el tema que trata merece más que se haga una reflexión sobre el mismo. Después de leer todo lo que ha pasado Samy y su familia yo me he planteado muchas cosas. Lo primero de todo es lo desamparadas que están muchas veces las personas que en realidad necesitan más ayuda y apoyo y ya no solo los niños, este libro me ha traído a la memoria casos de residencias en los que se maltrataba a ancianos y apenas se hacía nada. No entiendo que por dar un cachete a tu hijo por haberse portado mal pueda llegar a ser castigado como es castigado hoy en día, pero que otras personas puedan agredirlo física y psicológicamente y no se pueda hacer nada para impedirlo como queda claro en este testimonio. Aunque realmente tampoco entiendo el miedo de los padres a actuar, a unirse y decir hasta aquí hemos llegado porque lo que también ha quedado patente es que aunque la autora ha intentado luchar por todos los medios para intentar que se hiciese justicia había muchos padres que aún estando sufriendo lo mismo decidieron agachar las orejas y aguantar el chaparrón hasta que pudiesen cambiar a sus hijos de colegio. Y realmente esto me parece horrible porque sí, ahora vuestros hijos no sufren pero al no hacer nada se consiente que siga habiendo niños que tengan que sufrir.
Samy y su familia me parece un ejemplo a seguir aunque desgraciadamente no lograsen el apoyo del resto de familias que estaban sufriendo lo mismo, cosa que como ya digo, no entiendo en absoluto. Por otra parte no entiendo tampoco cómo las instituciones públicas consienten esto, se les llena la boca diciendo que hay que ayudar al más débil pero cuando tienen la oportunidad de hacer algo se esconden para no hacer nada, de hecho en la época tan dura que estamos viviendo es cuando esto queda más de manifiesto, mucho predicar pero poco obrar.
Podría seguir y seguir hablando de todas las cosas que no entiendo, yo misma sufrí en primaria el tener profesores de este calibre que se valen del temor y de los castigos para mantenerte callado, por suerte no llegó a tanto como los testimonios que se relatan en este libro, pero de verdad no entiendo ni entenderé nunca que gente así pueda llegar a ser profesor, a tener a su cargo a pequeñas personitas que no necesitan tener miedo sino ser amadas, comprendidas y ser tratadas como seres individuales, porque ni todos somos iguales ni existe lo normal, me parece muy cruel decirle a un niño que tiene que ser normal ¿Pero y eso qué es? Yo soy yo y no soy igual a ti ni nunca lo seré. Yo he sido profesora durante bastante tiempo y las cosas son lo que son, cada niño es un mundo y hay que guiarlos y enseñarlos de diferente forma a cada uno, lo que sirve para que uno aprenda la lección no sirve de nada con otro y eso no significa ni que sea mejor ni peor, simplemente hay que buscar la forma de llegar a ellos. Hay profesores maravillosos en este país, algunos sin trabajo, eso es lo que me da más lástima.
En todo caso yo os animo a leer este libro cuya recaudación de su venta va íntegramente al tratamiento de uno de los protagonista de esta historia y saquéis vuestras propias conclusiones.